“They arrive in fifty motherships, offering their friendship and advanced technology to Earth....” Con esta apocalíptica frase entonada por una voz en off, arrancaba la última temporada de una de las series más legendarias en la historia de la televisión, la misma con la que muchos tuvimos nuestros primeros sustos de infancia. Nacida de la fecunda mente del cineasta Kenneth Johnson (posterior autor de filmes menores como “Cortocircuito 2” o “Alien Nation”), “V” se convirtió, desde su emisión, en un fenómeno de masas que aún hoy sigue alentando a multitud de fans por todo el mundo. Pese a ser concebida inicialmente como miniserie de cuatro horas de duración, su sensacional acogida originó dos continuaciones que lograron perpetuar el gran calado popular de su trama y personajes: “V: The Final Battle” (1984), secuela de tres horas de metraje, y “V: The Series” (también de 1984), que como su propio nombre indica, contaba ya con un formato de verdadero serial del que se llegaron a rodar 19 episodios, hasta su cancelación en 1985.
Producida por la Warner Bros Television, el canal NBC adquirió en exclusiva los derechos para su emisión, que se produciría en el mes de mayo de 1983. Cerca de 65.000.000 de espectadores en los USA, vieron la saga desde su salida en antena, aunque en comparación, España sería sin duda de los países en los que mayor impacto popular causó. Sin cadenas privadas con las que disputarse la audiencia, TVE procedió a estrenarla a mediados del año 1985, curiosamente cuando al otro lado del Atlántico la NBC se planteaba ya su desaparición. Durante meses, la tarde de los sábados en nuestro país no se concebía sin un capítulo más de la serie. Se iniciaba entonces una ola de fanatismo por “V”, traducida sobre todo en la aparición de un fenómeno de merchandising desconocido en España desde los tiempos de “Star Wars”.
La trilogía en su integridad se encuentra disponible en formato DVD, eso sí, por ahora sólo en el mercado americano. Parece que algunos problemas con el doblaje al castellano han retrasado su edición en España, lo cual no debería preocupar en exceso puesto que no sería lógico privar de la saga a una de las audiencias que más disfrutó de ella en todo el mundo, la española. Por otra parte, podríamos encontrarnos pronto con una cuarta entrega de “V”. Veinte años después de su emisión y en plena auge de los remakes televisivos, Johnson lleva un tiempo enfrascado en un nuevo guión con el que recuperar aquella época gloriosa de enfrentamientos humanos-lagartos. A día de hoy poco se sabe de este nuevo proyecto, ni siquiera si el mismo podrá finalmente llegar a buen puerto; pero eso sí, ya se conoce su título provisional, tan obvio como prometedor a priori: ”V: The Second Generation”.
Aprovechando esta circunstancia, y como homenaje póstumo a Joe Harnell, el músico responsable del score para la primera miniserie, que tristemente falleciera hace tan sólo unos pocos meses, sirva el presente estudio como excusa perfecta para recuperar aquella saga que marcó a toda una generación de televidentes.
1. V, THE MINISERIES (1983): EL ORIGEN DE UN MITO La trama, aún archiconocida por todos, conviene ser recordada: “V” narra la llegada a la Tierra de 50 naves nodrizas plagadas de seres supuestamente bienintencionados y similares a nosotros, los “visitantes”. Aprovechando el estupor inicial de los humanos, las naves se sitúan amenazantes en los cielos de las principales ciudades del mundo, preparadas en principio para arrasar todo lo que encuentren a su paso. Sin embargo, tras el primer contacto con los representantes del Planeta, los alienígenas se muestran pacíficos y dispuestos a cerrar un acuerdo imposible de rechazar para la humanidad: Compartirán su avanzada tecnología con nosotros a cambio de agua y ciertos minerales de los que carecen en su mundo.
Sin embargo, esta apariencia amistosa oculta realmente una raza de lagartos caníbales, enmascarados bajo apariencia terrícola y ansiosos por someter a la especie humana para convertirla en alimento. Así, poco a poco la presencia de los visitantes se va convirtiendo en una auténtica ocupación, en la que con buenas palabras y sofisticadas técnicas de adiestramiento ocultarán sus auténticos objetivos hasta que sea demasiado tarde para la humanidad. Por fortuna, cierto sector de humanos recelosos comienzan a movilizarse contra la invasión, buscando los motivos reales de esta llegada a la Tierra. Así, poco a poco irán descubriendo las verdaderas intenciones de exterminio de los extraterrestres.
Una vez revelada al mundo la amenaza, la humanidad comienza a aunarse de uno a otro confín del Planeta en numerosos grupos de resistencia, capitaneados inevitablemente desde los USA por el reportero Mike Donovan y la bióloga Julie Parrish. Paralelamente, ciertos visitantes contrarios a la confrontación se sublevarán contra las directrices de conquista de su Comandante Supremo, conformando un grupo de apoyo a la resistencia conocido como la “Quinta Columna”.
Empieza así una frenética batalla por el control de la Tierra, que servirá para unir razas y colores en torno a un mismo objetivo: Reafirmar que el hombre ha dominado siempre a los reptiles y no al revés.
Todos aquellos que hayan visto la serie, coincidirán en los claros paralelismos de la trama con la invasión nazi de la Segunda Guerra Mundial. No en vano, Kenneth Johnson nunca ocultó el hecho de que planificó su guión como una referencia velada a la ocupación alemana de Francia durante aquél conflicto bélico, sustituyendo la parafernalia nazi por los análogos propósitos de conquista de una raza aria alienígena.
De esta forma, tanto el holocausto como la doctrina de adiestramiento germana son las principales bases sobre las que se sustenta indirectamente la trama, apreciable en no pocos detalles: El concepto de la resistencia, claramente análogo al movimiento surgido en la ocupación gala de 1940; la “V” de ¡Victoria!, alusiva al grito popular entonado en aquella Francia asediada; los campos de concentración, sugeridos aquí en forma de almacenes de comida para los visitantes; o igualmente el logotipo identificador de los alienígenas, similar a una esvástica. Johnson fue incluso más allá en estos paralelismos e introdujo un leve guiño argumental en la figura del anciano Abraham, un personaje judío que viviera en sus carnes la limpieza étnica de Hitler y que la rememorará expresamente en varios momentos de la serie.
Este trabajado argumento, ajeno a banalidades y ligeramente alejado de referencias al fenómeno “Star Wars” tan recurrente por aquellos tiempos, hizo de la obra un auténtico impacto mediático televisivo con pocos precedentes. Gran parte de la crítica coincidió en afirmar que estábamos ante una auténtica epopeya galáctica, en donde afortunadamente era el guión el motor conductor de la trama y no los efectos especiales, por otra parte soberbios teniendo en cuenta los medios de la época. De hecho, la miniserie recibió numerosas alabanzas tanto del público como de la prensa especializada, convirtiéndose por méritos propios en un mito de la televisión reciente y encumbrando a sus protagonistas a un estrellato cuanto menos temporal.
Igualmente, la historia se vio favorecida por una impecable presentación de los numerosos personajes que la conforman. Lo cierto es que otra de las bazas del guión radica en el acertado acercamiento que cada rol tiene con respecto a la trama principal. Sus reacciones ante la invasión alienígena son resueltas con cierta profundidad argumental, hecho ciertamente loable si tenemos en cuenta el metraje y el género de la obra. Además, Johnson supo rodearse de un espléndido reparto coral, sin protagonistas absolutos, sin grandes nombres que coparan cartel, pero de solvencia más que demostrada, en un ejemplo perfecto de cómo hacer un buen casting.
Y lo que terminaría acrecentando el interés por la miniserie fue el holgado montante económico con el que contó el director para su rodaje. Un presupuesto que le permitió incorporar efectos visuales nunca antes vistos en la televisión, así como multitud de maquetas y grandiosos decorados que recreaban a la perfección el interior de las naves de los extraterrestres. No en vano, se habló en su momento de algo más de 50 millones de dólares desembolsados en los distintos apartados de la producción, cifra por entonces poco menos que impensable fuera de la gran pantalla. En este sentido, podemos afirmar que “V” fue una de las obras de ciencia ficción pioneras en conjugar las posibilidades de espectacularidad del ámbito cinematográfico, con las limitaciones propias del medio televisivo, dejando casi en cueros –en cuanto a su acabado visual- a otras obras de similar halo mítico, como pudiera ser como “Galáctica”.
Los Personajes Principales.
Mike Donovan (Marc Singer)
Mientras cubre una contienda de la guerrilla en El Salvador, este intrépido reportero de guerra se convierte en uno de los primeros humanos en descubrir atónito la escena de una nave nodriza llegando a la Tierra. Desconfiando de las intenciones de los extraterrestres, consigue colarse en una de sus naves y grabar con su cámara la verdadera apariencia de los lagartos. Este hecho le llevará a ser perseguido sin cuartel por las tropas visitantes, para impedir que revele al mudo el contenido de su cinta. Su heroicidad y compromiso en la lucha llaman la atención de la naciente resistencia, que a la postre elige a Donovan como uno de sus principales líderes.
De físico perfecto para los roles de acción, a este actor canadiense también le hemos podido ver interpretando al Dar de “El Señor de las Bestias” y en numerosas series de televisión tales como “Dallas” o “Se ha Escrito un Crimen”. Es hermano de la también actriz Lori Singer y primo del director de los “X-Men”, Bryan Singer.
Julie Parrish (Faye Grant)
Esta atractiva bióloga se erige casi sin quererlo en la cabecilla del grupo de resistencia de la ciudad de Los Angeles. Su curiosidad científica le lleva a indagar acerca de las sorprendentes desapariciones de personalidades que se mostraron en algún momento contrarias a la ocupación alienígena, incluida su pareja. De esta forma, su investigación le rebela las técnicas de conversión mental que vienen practicando los visitantes, auténticas torturas psicológicas de las que incluso será victima. Pese a que en varios momentos de la trama se muestra débil e insegura, Julie logra aunar en torno a ella a numerosos humanos escépticos de las consignas de amistad visitantes, creándose espontáneamente el consabido movimiento de resistencia frente a la invasión. Y como todos preveíamos desde un principio, los ojos de Julie van capítulo tras capítulo cautivando al bueno de Donovan, formando una pareja de gran química.
Diana (Jane Badler)
Una de las mejores malas de la televisión reciente, el rol de Diana es sin duda el que más variaciones sufre a lo largo de la trama. En este primera entrega, su papel se presenta como casi secundario, a la sombra del Jefe Supremo John. Pero lo atractivo del personaje llevó a los guionistas a colocarla en un lugar cercano al del protagonismo absoluto, centrando gran parte del guión en sus impulsos tiránicos y los abominables experimentos que llevará a cabo como Oficial científica.
Sensual y diabólica a la par, y con un peinado retro que hoy en día causaría sonrojo, sus ansias de conquista le llevarán a desobedecer toda clase de órdenes de sus superiores en pos de aniquilar a la raza humana, convirtiéndose en una auténtica genocida a imagen y semejanza hitleriana. Especialmente recordada es su afición a devorar ratas, periquitos y demás especies animales que cupieran por su boca como aperitivo.
John (Richard Herd)
John es el Comandante Supremo de los visitantes, y como tal, es el primer alienígena encargado de contactar con los humanos, concretamente con el Secretario General de la ONU. Aún enarbolando la invasión como el que más, su carácter es sin embargo menos diabólico que el de Diana, más propio de un estratega a la antigua usanza que de un frío asesino como ella. Esto provocará no pocas confrontaciones con la Oficial. De hecho, en los minutos finales de la posterior secuela, hay un instante en el que John reconocerá su derrota como buen militar, momento en el que una Diana ciega de ira le cerrará la boca de una manera peculiar.
Como curiosidad, señalar que Herd fue un secundario habitual del cine de finales de los 70, con títulos en su haber tan conocidos como “Todos los Hombres del Presidente”, “F.I.S.T.” o “La Recluta Benjamin”.
Martin (Frank Ashmore)
Más de uno recordará el rostro de Ashmore como el de uno de los pilotos de aquella disparatada “Aterriza Como Puedas”. Aquí interpreta el papel de Martin, un honrado teniente lagarto que a la postre será el principal precursor del movimiento visitante de apoyo a la resistencia o “Quinta Columna”, mediante el que proporciona valiosa información y material a los humanos. Esta especie de doble agente alienígena jugará un papel fundamental en la segunda miniserie, convirtiéndose en amigo casi inseparable de Mike Donovan. Incluso en “V: The Series”, suprimido por los guionistas el personaje de Martin, tuvimos ocasión de reencontrarnos con Ashmore en el papel de su hermano gemelo, Phillip.
Robert Maxwell (Michael Duncan)
Paleontólogo de profesión, Robert es un sencillo padre de familia que sufre la persecución visitante por el mero hecho de su condición de científico. Como consecuencia de ello, se ve obligado a huir de su hogar con todo su clan, refugiándose en el recién creado campamento de la resistencia. Pese a que en un principio elude involucrarse en la confrontación para proteger a su esposa e hijas, un desgraciado hecho le hará cambiar de opinión y unirse a la lucha armada contra los lagartos, con Julie Parrish como su principal valedora. Asimismo, una de las hijas de Robert es Robin Maxwell, la joven que cobrará mayor trascendencia en las secuelas al convertirse en la primera humana en dar a luz sendos bebes de genética lagarta.
Willie (Robert Englund)
Un año antes de enfundarse las garras de Freddy Krueger en la saga “Pesadilla en Elm Street”, Robert Englund interpreta aquí a un torpe y entrañable visitante, cuyo amor por la humana Harmony le llevará a unirse a la resistencia y renegar de los deseos de conquista de su Jefe Supremo.
Englund encontró sin duda en el personaje de Willie el trampolín definitivo para su salto al cine. Probablemente sea el actor mejor parado profesionalmente de su andadura en “V”, y no sólo por conseguir su recordado papel de guardián de las pesadillas. De hecho, el actor se ha convertido con el tiempo en todo un referente del terror de serie B con filmes como “El Fantasma de la Opera”, “Wishmaster” o “Leyenda Urbana”.
Elias Taylor (Michael Wright)
Su vida como pandillero transcurre en las calles de Los Angeles entre pequeños robos y saqueos, hasta que en plena ocupación alienígena su hermano Ben, brillante cirujano y uno de los cofundadores junto a Julie de la resistencia, cae abatido en una escaramuza. Este hecho hace madurar a un Elias cuyas ansias de revancha contra los visitantes le llevarán a meterse de lleno en la batalla junto a su padre Caleb. No en vano, en “V: The Series” Elias ganará mayor protagonismo al regentar junto a Willie un conocido restaurante, el “Club Creole”, tapadera en realidad del nuevo centro de operaciones de la resistencia.
La Música.
En un año de desgraciadas desapariciones para la música de cine, el pasado 14 de julio de 2005 fallecía a los 80 años de edad el compositor Joe Harnell, un nombre no excesivamente conocido en el mundillo pero con obras de cierta notoriedad en su curriculum.
Nacido en el Bronx newyorkino, su interés por la música le llegó a edad temprana, iniciando a los 6 años sus estudios de piano. Tras su paso por el servicio militar, Joe se trasladaría a Londres para a estudiar composición ni más ni menos que con el maestro Sir William Walton, del que muy probablemente tomó ese estilo clásico que percibimos en este trabajo. Asimismo, durante principios de los 50 seguiría su formación con otro monstruo de la composición, Aaron Copland. Pero Harnell no llegó al mundo de la televisión sino después de cimentarse una brillante carrera como arreglista y director musical, trabajando con estrellas de la canción tales como Frank Sinatra, Judy Garland o Peggy Lee.
De este modo, pese a contar en su haber con varias producciones cinematográficas, será siempre recordado por poner música a algunas de las series de televisión más famosas de todos los tiempos, como “El Increible Hulk”, “Alien Nation” o el trabajo que ahora nos ocupa.
La intervención de Harnell en “V” viene irremediablemente unida al nombre de su creador Kenneth Johnson. Ambos llevaban trabajando juntos desde hacía años, eran grandes amigos y se entendían a la perfección. De hecho, las obras antes citadas tienen un denominador común: Son todas series creadas por Johnson, lo que da buena muestra del nivel de sintonía de la pareja.
Hasta hace bien poco, el score solo se hallaba disponible como parte del material incluido en un doble CD promocional del autor, el “The Film Music of Joe Harnell”. Pero en el año 1998, el extinto sello ”Supertracks” recuperó dichos temas, a los que añadió otros inéditos, para reunirlos por primera vez en lo que sería la edición oficial de la banda sonora de “V”. Como venía siendo habitual en la discográfica, la tirada del álbum se limitó hasta tal punto que hoy en día resulta sumamente complicado hacerse con un copia del mismo.
La música que compone para la miniserie es de corte totalmente clásico, interpretada por una solvente orquesta sinfónica y prácticamente sin concesiones a la electrónica. El tema principal de los títulos de crédito levantó en su día cierta polémica por el parecido que presenta con la famosa obertura de Bernard Herrmann para “Con la Muerte en los Talones”. Ciertamente, el contrapunto que sirve de prólogo en ambas es casi idéntico, pero similitudes aparte, las efectivas notas de este ”Main Title” lo convierten en definitiva en una sugerente pieza, orientada más a subrayar la oscuridad de la historia que el propio carácter épico de la misma (sobre todo por esa “apagada” orquestación, obra de un por entonces desconocido Don Davis).
Quizás por indicaciones expresas del director, la partitura presenta en general cierta sensación de primitivismo en sus formas, palpable en la continua impresión de hallarnos ante uno de aquellos scores de ciencia ficción de los años 50. Incluso el sonido un tanto estridente del álbum favorece esta sensación de “música añeja”, no exenta de momentos pretendidamente modernistas (las cuerdas de “It’s Opening / Good Luck”). De esta forma, el peculiar estilo de golpes de percusión y música disonante constituye la piedra angular sobre la que basa Harnell su trabajo, acudiendo a constantes stacattos con los que puntualizar las escenas impactantes, y apoderándose la disonancia de las notas como siniestra muestra del poderío visitante. En “Ruthless / The Car / First Victim / Flashback” encontramos claros ejemplos de lo anterior.
Pese a ello, las imágenes reservan algún que otro instante propicio para que Harnell deje muestras de su impronta melódica. El “Abraham's Music / The Letter” incluye un emotivo solo de violín y piano, asociado al contenido de la carta que deja a sus hijos el anciano semita Abraham, en la que equipara el holocausto nazi vivido por él con esta ocupación alienígena. Igualmente, “Just Buddies / Lizard Love” y sobre todo ”Kathleen’s Death” resultan piezas bastante más melódicas dentro de la tónica general de la obra.
Más allá de su uso como sintonía de cabecera, el Main Title sirve a Harnell para musicar una trepidante persecución aérea en “Escape From The Mothership / Air Chase / Donovan's Luck”. El corte recrea la huída de la nave nodriza de Mike Donovan, Robin Maxwell y el mejicano Sancho a bordo de un caza alienígena, siendo perseguidos sin cuartel por sendas naves visitantes. Durante los seis minutos de escaramuza, el músico repite de manera continua las notas del tema principal a modo de crescendo, intercalándolo con alguna que otra melodía dramática y variando paulatinamente la orquestación, como si del “Bolero” de Ravel se tratara. Una técnica con la consigue no fatigar al oyente en tanta reiteración melódica.
Pero la inclusión más afortunada de este main theme la oiremos como fanfarria en el conmovedor The Wounded Fall / Julie's Stand / Donovan To The Rescue. Cerca ya del final de la miniserie, Diana se las ingenia para averiguar la situación exacta de la base de la resistencia y comienza a arrasarla con el fuego incesante de sus naves. Uno a uno van cayendo los humanos atacados por sorpresa, momento en el que una Julie desesperada y desbordada por la tragedia, logra quitarse todos sus miedos y desafía impasible al caza de Diana con la única ayuda de su revólver. Cuando el aparato se perfila para eliminar con su láser a la bióloga, aparece de repente Mike Donovan a los mandos del otro caza con el que huyó anteriormente, pilotando presuroso para intentar proteger a Julie. Es entonces cuando suena una versión heroica del tema central sencillamente espléndida, con los metales y las cuerdas rugiendo más vibrantes que nunca en tono triunfalista.
Este anterior corte incluye asimismo la melodía más “seria” y de acabado más clásico oída en la trilogía, un motivo desarrollado en toda su plenitud en el “Finale / Gloria Victoria”. Mientras que la parte final del tema no es original de Harnell, ya que se trata del “Allegro” incluido en la Sinfonía Nº 5 de Beethoven, el primer minuto sí que es atribuible al autor, un himno en honor al movimiento de la resistencia cuya emotividad enfatiza de manera perfecta el coraje de una humanidad unida contra la agresión lagarta. Suena cuando vemos el esperanzador signo de “V” grafiteado por Elias Taylor, alargándose su duración hasta los títulos de crédito finales y constituyendo sin duda uno de los momentos de mejor comunión entre música e imagen de toda la saga. Tal calibre tiene la melodía, que el álbum incluye otra versión sin coros de la misma igualmente disfrutable.
En definitiva, estamos ante una solvente partitura sinfónica, de audición por momentos áspera para oídos más contemporáneos, pero resuelta con tremenda efectividad teniendo en cuenta el medio televisivo en el que nos hallamos. No en vano, las innegables virtudes de la misma le valieron para ser nominada a los premios Emmy de 1983, junto con otras obras aclamadas como el “The Blue and The Grey” de Broughton o “El Pájaro Espino” de Mancini. La ganadora aquél año sería sin embargo una desconocida “Rage of Angels” de Billy Goldenberg.
2. V: THE FINAL BATTLE (1984): LA HONROSA SECUELA DEL MITO
Toda vez que el final de “V” quedaba abierto a nuevas aventuras, la audiencia esperaba ansiosa el estreno de una más que previsible secuela. Durante el verano de 1983, Kenneth Johnson, en colaboración con Craig Buck, Peggy Goldman y Diane Frolov, comenzaron el guión de lo que sería la segunda miniserie "The Final Battle". Confiados en repetir el éxito logrado, se lanzaron a escribir una trama similar en complejidad y elaboración a la original, que por lo tanto requería de un desembolso económico igual de importante. He aquí que toparon con las restricciones presupuestarias de una productora dispuesta a gastarse lo justo y maximizar beneficios, lo que en último termino devino en una reducción de casi 5 millones de dólares para el rodaje. Tras semanas de trabajo y largas discusiones con los magnates de turno, el equipo de guionistas, con Johnson a la cabeza, abandonaron el proyecto incapaces de dar forma al argumento con tal recorte presupuestario.
Deprisa y corriendo, otro plantel de profesionales se ponía manos a la obra para acabar en tiempo record un guión más “barato” y mínimamente decente con el que trabajar. El director escogido para poner orden al desaguisado fue Richard T. Heffron, un autor conocedor del medio televisivo muy acostumbrado a sacar adelante obras correctas con poco presupuesto. Así, en el verano de 1984 veía la luz la primera continuación de “V”, con la totalidad del reparto original enfrascado en nuevas situaciones.
Pese a rodarse con muchos menos medios (y desde luego mayor escasez de ideas), las abundantes dosis de acción con las que los guionistas salpicaron la historia, fueron suficientes para enganchar otra vez a una audiencia deseosa de ver lagartos a la plancha. Frente a la miniserie original, esta continuación se presenta como menos pretenciosa y más convencional, toda vez que la NBC deseaba hacer más hincapié en la confrontación pura y dura que en los aspectos más emocionales de la historia. Esto tuvo como consecuencia directa el descuido en el tratamiento de unos personajes tan sabiamente perfilados antaño por Johnson, en favor de un guión más preocupado por enfatizar las escenas violentas.
La historia continua en el punto exacto en donde se quedó la anterior. La resistencia traslada su cuartel general, arrasado por los visitantes en la primera parte, y planea mostrar al mundo la imagen real de los lagartos, aprovechando un acto multitudinario del Comandante Supremo John ante las cámaras de TV. Mike Donovan se dedica durante gran parte de la secuela a buscar a su hijo Sean, reclutado por los lagartos a imagen y semejanza de las funestas juventudes hitlerianas. Diana, por su parte, se lanza a experimentar -cual Dr. Mengele- con la unión entre un lagarto y una humana, logrando su propósito de fusionar dos razas de seres antagónicos. Igualmente Julie, tras sufrir en sus carnes las técnicas de conversión visitantes, consigue recuperarse y junto con Robert Maxwell acude a sus conocimientos científicos para desarrollar una nueva y poderosa arma con la que sofocar el embiste alienígena: El “polvo rojo”, una especie de toxina letal para los lagartos pero inocua para los humanos, con la que en último término se libraría la primera guerra química de la televisión.
Esta nueva entrega sirvió además para unir finalmente los corazones de Donovan y Julie, así como para reafirmar el protagonismo de Diana con respecto a la miniserie original, retratada ya sin tapujos como un ser diabólico que no respetará ni siquiera la vida de un sacerdote alojado en su nave. Junto a ella, se situará su mano derecha Steven (Andrew Prine), Jefe de Seguridad de la ciudad de Los Angeles, el cuál urdirá un ingenioso plan para seducir a la madre de Mike Donovan, con la única intención de conocer su paradero y apresarlo.
A la secuela, se vinieron a unir dos personajes en el bando de la resistencia que a la postre se convertirían en claves para la trama: Ham Tyler, antaño duro mercenario y viejo conocido de Donovan, encarnado por un rostro que hemos visto en multitud de papeles del cine de acción (curiosamente en “Total” Recall", con un sucedáneo del mismo arma Uzi que usaba en la serie), Michael Ironside; y Elizabeth, la starhild o “niña de las estrellas”, concebida de la unión entre el visitante Brian y la joven Robin Maxwell. Una dulce y tímida joven cuyos poderes sobrenaturales resultarían fundamentales en el desarrollo y resolución de la secuela.
Todos aquellps giros argumentales, se vieron favorecidos a la postre por la inclusión de nuevas e impactantes secuencias, algunas de las cuales han quedado inevitablemente retenidas en el subconsciente colectivo: ¿Quién no recuerda el famoso parto de los gemelos, con la pequeña Elizabeth sacando su lengua bífida, y ese horrible bebe lagarto que aparecía por sorpresa?. Lo cierto es que visto el acabado global, no cabe duda que “The Final Battle” se presentó a la audiencia como una continuación más que aceptable de la primera miniserie, sobre todo teniendo en cuenta la premura de tiempo y el ajustado presupuesto con que fue concebida y filmada.
La Música.
Como sucedió con gran parte del equipo original, el compositor Joe Harnell se cayó del proyecto de la secuela, ausencia por otra parte presumible dada la espantada de su principal valedor Kenneth Johnson. Los productores buscaron entonces a alguien capaz de plantear un acercamiento musical de calado eminentemente dinámico, de acuerdo con el nuevo argumento mucho más orientado a la acción que el precedente. Toda vez que se manejaba un presupuesto muy inferior como para afrontar un trabajo sinfónico (al contrario de lo acaecido con la intervención de Harnell), se opto por contratar los servicios de Barry De Vorzon, un músico proveniente del mundo del rock, hábil con los teclados y con prestigio dentro de la televisión, que aceptaría el encargo con la condición de ser asistido en la partitura por su comapñero Joseph Conlan. Mientras la carrera de este último no depara demasiados títulos conocidos, el nombre De Vorzon alcanzó cierta notoriedad en la década de los 70 por escribir la famosa sintonía de “S.W.A.T.” (“Los Hombres de Harrelson”), así como al poner acordes a la opera prima de Walter Hill “The Warriors”. Eso sí, tan desafortunada sería su intervención en la infame “El Exorcista 3”, que abandonaría el mundo del cine justo después de su estreno en 1990.
Atendiendo al desangelado resultado final, parece que la pareja no acabó de entenderse del todo bien. El score que compusieron íntegramente a sintetizador, vagaba por registros tan oscuros, fríos y escasamente descriptivos que se erige sin paliativos en el peor de la saga. Cierto es que su “Main Theme” se destapa como una sintonía pegadiza, idónea en su condición de música de cabecera (la especialidad de DeVorzon), y en la que los autores introdujeron con acierto unos efectos de sonido emulando el movimiento de los reptiles. Pero a partir de ahí, el resto de la partitura resultaba demasiado “minimalista” e inconexa, basada en unas sonoridades electrónicas excesivamente cuadriculadas y vagamente expresivas. Sin lugar a dudas, unas soluciones prácticamente antagónicas al planteamiento narrativo de esta secuela, plagada de nuevas y constantes escenas de acción que requerían una aproximación musical de mayor empaque y frenetismo. No obstante lo anterior, algún pasaje podemos rescatar del trabajo de DeVrzon-Conlan., como bien pudiera ser el fragmento que suena durante la persecución de un caza visitante a un Mike Donovan a caballo. La única pieza –salvo error- de acabado pseudo-orquestal escrita por la pareja, así como de los pocas en las que podemos apreciar una construcción melódica en sentido estricto, basada aquí en una figura de ciertos aires caballerescos.
Así las cosas, harta la producción de rechazar tema tras tema compuesto, el dúo fue despedido cuando aún restaba por musicar la última parte de la secuela. Es entonces cuando entró en escena Dennis McCarthy, un autor asociado principalmente a la televisión y a puntuales trabajos cinematográficos, cuyo mayor logro profesional ha sido situarse como el músico referencia de las nuevas entregas televisivas de “Star Trek”, gracias a las cuáles ha logrado acaparar varios premios Emmy en su vitrina. Su accidentada entrada en “V: The Final Battle”, le deparó la dura tarea de rescribir cerca de 90 minutos de música en tal sólo unas semanas, y sin tener prácticamente contacto con las escenas ya montadas. Lejos de achantarse ante este reto, el autor californiano salió airoso de tan delicado encargo, con la composición de una partitura de mimbres sólidos y bien definidos.
Pese a que McCarthy utilizó, al igual que DeVorzon-Conlan, grandes dosis de sintetizador (haciendo especial hincapié en la sección de percusión), el músico tuvo la fortuna de contar con una reducida orquesta de estudio para interpretar su partitura, en la que los metales suenan francamente sobrios y las cuerdas, aunque escasas, aportan una mayor calidez al conjunto, sobre todo comparándolo con aquél gélido corolario de efectismos electrónicos usados por el dúo. Mientras el score parcialmente rechazado permanece inédito, la música de McCarthy fue publicada en el año 2000 en forma de disco promocional del autor. 16 temas conforman este compacto, con una calidad de sonido muy aceptable y en el que básicamente se incluyen los momentos musicales más destacados de esta “Batalla Final”.
La coherencia estructural de McCarthy pasa por centrar su obra en una contraposición lógica de dos motivos musicales: Un inquietante y acelerado tema asociado a los visitantes, cuyos acordes a sintetizador oiremos por primera vez justo en el inicio del “Lizard Raid”; y una especie de fanfarria de siete notas asimilada a la constante heroicidad de la resistencia, que también aparece sugerida en aquel corte, amén de copar numerosos momentos a lo largo del score. Este segundo motivo se presenta en forma de contundente arranque de metales, ligeramente tributario de cierto pasaje de la ”Sinfonía de los Planetas” de Holst, y que sin duda inspiraría a McCarthy en su posterior obertura compuesta para la cinta “Star Trek: Generations”.
A partir de estas dos ideas angulares, el californiano desgrana una partitura de corte enfático, con la electrónica como recurso armónico principal con el que solapar las carencias de una mayor orquesta, y al mismo tiempo dotar al score de esa apariencia ochentera que en todo momento rehusaba Harnell en la primera parte de la saga. McCarthy se muestra aquí especialmente hábil en aquellos temas de acción tan presentes en el álbum. En este sentido, merece la pena destacar dos fragmentos trepidantes y ciertamente bien resueltos por el autor: El “Aqueduct Attack / Planting The Charges / Brad´s Sacrifice” suena durante una de las misiones de la resistencia consistente en volar una presa tomada por los visitantes. La principal virtud del corte radica en el especial tino con que se conjuga la tensión, traducida en la inclusión de una especie de pizzicatos de cuerda, con el frenetismo del combate en los pasadizos de la presa, secuencias éstas para las que el compositor desarrollar más agresivamente el material incluido en el antes comentado “Lizard Raid”.
El segundo tema de acción destacado lo encontramos precisamente en la última pista del disco, que a su vez conforma los seis minutos de música con los que se cierra la secuela. Durante el asalto final de los humanos, la principal nave nodriza ha sido tomada por la resistencia, pero Diana consigue huir y en plena desesperación, logra programar la nave de tal forma que se convierte en una mortífera bomba, con destino inexorable a la Tierra para hacerla estallar en mil pedazos. Queda un minuto para la explosión, los héroes Donovan y Julie no saben qué hacer, y es entonces cuando suena el “Elizabeth Saves The Day / Diana Escapes / Finale“ (que disculpe el lector los inevitables spoilers).
Tras su comienzo agresivo de percusión sintética, los metales y las cuerdas se afanan en desarrollar un vigoroso ostinato con el que subrayar la tensión por el terrible final al que parece abocado la humanidad. Sin embargo, a mitad de tema, oiremos un motivo asociado al personaje de la niña Elizabeth, que de repente parece convertida en la autentica salvadora del Planeta al utilizar sus poderes mentales y evitar la tragedia. Un breve leitmotiv que ya aparecía en el corte “The End of Father Callahan” y en el que McCarthy acude (de forma vagamente similar al maestro Goldsmith en “Poltergeist”), a sugerentes coros femeninos, enfatizando ese halo de misticismo y asombro provocado por el despliegue de fuerzas sobrenaturales mostrados en la pantalla. Resuelto el entuerto por la cría, esta estimulante pieza se clausura con una rendición en tono triunfal del tema de la resistencia, arreglada aquí sobre una base rítmica pop que, como veremos, sería reutilizada por el compositor a modo de “Main Title” para la posterior serie.
Al respecto a los pasajes más calmados del score, señalar que mientras el “Love Theme” para Julie y Donovan no pasa de ser una frase demasiado anodina para conformar un tema de amor retentivo, el “The Ballon Theme” resulta de los cortes más afortunados de todo el trabajo. Suena además en otro momento clave de la trama, previo al último asalto antes comentado: Los visitantes, conocedores de la nueva arma tóxica con la que cuentan los humanos, esperan un ataque de la resistencia a los aeródromos para apoderarse de aviones con los que arrojar masivamente el polvo rojo sobre la atmósfera; pero lo que no sospechan es que sus informaciones son falsas, ya que Tyler y compañía han planeado esparcirlo usando globos aeroestáticos apostados en lugar seguro. Estas escenas aéreas de cientos de globos arrojando la mortífera toxina, son aprovechadas por Dennis McCarthy para echar el resto con una hermosa melodía de inicio ensoñador, francamente bien orquestada (acertadísimo ese efecto de “espacio abierto” por parte de las flautas), y que se desmarca del resto de material ante la profunda sensación de optimismo desprendida por sus acordes. El potencial del tema provocará su reaparición en el radiante ”V Day“, en donde el compositor se recrea de forma más extendida en la melodía anunciando con ello el carácter inminente de la victoria contra los invasores
Más curiosa que agradable resulta la audición del ”Pop Goes the Lizard“, que acompaña las imágenes de aquel famoso alumbramiento de los gemelos por parte de Robin Maxwell. Nuevamente, las sonoridades de los teclados marcan la práctica totalidad del corte, actuando de fondo rítmico al contrapunto de una leve nana lógicamente asociada al tierno momento del nacimiento. Pero como este parto de normal tiene poco, la orquesta en pleno interrumpe la nana para finalizar el tema en forma de crescendo abruptamente disonante, mezclado con agresivos golpes percusivos que se acentúan cuando del vientre de Robin aparece el segundo y horripilante bebe lagarto.
Pese a la corrección de la partitura y su solvente conjunción visual, también McCarthy sufrió el rechazo de varios temas propios del montaje final. De este modo, su sinuosa pieza compuesta para el “Main Title” no fue incluida en esta secuela, usándose en su lugar el tema ya escrito por la pareja Vorzon-Conlan (que ciertamente parece más eficaz que la insípida música de cabecera cmpuesta a contrarreloj por el californiano). El destino y la escasez de medios hicieron que esta decisión fuera posteriormente corregida, ya que en la última temporada de “V: The Series” (concretamente, a partir del capítulo número 12), la pieza en cuestión fue finalmente rescatada del olvido como nueva sintonía para los títulos de crédito.
3. V: THE SERIES (1984-1985): EL MITO CONVERTIDO EN CULEBRÓN
Cuando la trama de “V” parecía que no daba para más y todos los televidentes asumían el final de la invasión lagarta con la heroica resolución de “The Final Battle”, la Warner Bros se empecinó en explotar hasta la saciedad el impacto mediático de Diana y compañía, decidiéndose a rodar una nueva producción sobre los personajes originales de Kenneth Johnson. Y qué mejor forma para aprovechar el tirón de audiencia, que reconducir la saga al formato de serial semanal de 45 minutos, en una época en donde la competencia en el entretenimiento semanal de acción era realmente dura (”El Equipo A”, “El Coche Fantástico”). Precisamente, la trasformación a este formato fue lo que, en último término, acabaría por decepcionar a la mayor parte de los fans que había cosechado “V” con justicia hasta ese momento.
Y es que la serie comienza, siendo suaves, de manera un tanto asombrosa. Siguiendo con los referentes nazis, los guionistas se sacaron de la manga una situación rocambolesca como pocas: Diana, al intentar huir de la nave nodriza tomada por la resistencia, es derribada y capturada por Mike Donovan entre el jolgorio de un planeta Tierra que aún celebra la victoria sobre los alienígenas. La sorpresa se produce cuando no se sabe qué autoridad, decide perdonar la vida a la Oficial (curioso, viniendo de los USA) y someterla a un juicio a lo Nuremberg por sus crímenes contra la humanidad. Su traslado a la Corte de Justicia será aprovechado por la lagarta para huir y reorganizar la flota en un intento por reconquistar el Planeta. A partir de aquí, la historia deriva en un auténtico “Falcon Crest” galáctico, repleto de escarceos amorosos, traiciones y desengaños entre el bando visitante, salpicado todo ello con el escaso interés de ver a la resistencia afrontar capítulo tras capítulo misiones prácticamente idénticas, a la par que algunas de ellas realmente estúpidas (permítanme recordar aquel episodio en el que el objetivo último de Donovan y sus compañeros era... ¡asistir a una parturienta!). Los tópicos se sucedían para terminar por deslucir una saga que hasta entonces había logrado situarse muy por encima de la media televisva.
Dentro de los escasísimos atractivos del serial, la remozada trama traería consigo la inclusión de dos conocidos personajes por el lado alienígena: Lidia (Jane Chadwick), la Segunda de a bordo y eternamente enfrentada a la malvada Diana; y Charles (el “Zorro” televisivo Duncan Regehr), mano derecha del Comandante Supremo de la Flota, enviado por él para poner paz entre las dos féminas y planificar la captura final de la Tierra.
Por otra parte, la resistencia se reforzó con el “fichaje” del joven Kyle Bates, el hijo "rebelde" del Presidente de la compañía “Science Frontiers”, Nathan Bates, encarnado este último por el recientemente desaparecido Lane Smith ("Air America", "Su Distinguida Señoría"). Bates, personaje fuertemente atraído por una Julie Parrish más atractiva que nunca, se presenta en la serie como ese hombre de negocios sin escrúpulos empecinado en lucrase de la invasión alienígena, lo que logrará al ser el responsable de un pacto con Diana de no agresión a la ciudad de Los Angeles.
Paralelamente, su hijo Kyle se involucrará en la confrontación desbancando poco a poco a Mike Donovan en su faceta de líder del bando humano, lo que le supondrá no pocos enfrentamientos con su padre, más preocupado por los ingresos que le reporta aquel pacto con Diana que por las nefastas consecuencias para la raza humana de la consabida invasión lagarta. Para enredar más la cosa y en otra sorprendente vuelta de tuerca de los guionistas, atendemos a cómo Robin Maxwell se enamora perdidamente de Kyle, pero éste a su vez se halla más interesado en conquistar el corazón de su hija, la star child Elizabeth, convertida ahora -al mudar su piel- en una hermosa veinteañera. En definitiva, unos giros argumentales más propios de culebrón de media tarde que de verdadera aventura de ciencia ficción.
Si la nuevas propuestas argumentales no ayudaron demasiado a mantener el nivel de la serie, los efectos especiales que se usaron (o mejor dicho, de los que carecía) terminaron por deprimir al seguidor más acérrimo. La falta de dinero obligó a tomar prestadas multitud de escenas de las anteriores entregas, por lo que prácticamente ningún efecto visual se creó ex profeso. Un hecho éste que ciertamente ya había sucedido en “The Final Battle”, pero de manera mucho más puntual y no tan evidente como en ésta.
Con tan ínfima enjundia artística presidiendo la producción, poco a poco fueron abandonando el proyecto algunos de sus personajes más carismáticos, caso del alienígena Martin, el científico Robert Maxwell o el rudo Ham Tyler, en una espantada anunciada que convirtió a “V: The Series” en el estrepitoso ejemplo de desgaste de una gran trama original. Tan sólo la paciencia y fidelidad de los fans justificaría el rodaje de 19 insulsos capítulos, hasta su cancelación definitiva en 1985. Como curiosidad, señalar que diversas fuentes hablan de un episodio número 20 sin rodar, cuyo guión aún se conserva curiosamente en determinadas webs especializadas en la trilogía.
La Música.
Todos estos lastres, como es lógico, acabaron por condicionar el score de un Dennis McCarthy enrolado otra vez en la saga. Sus eficaces resultados en la anterior secuela, así como la rapidez con la que el autor compuso la música, fueron avales suficientes para animar a los productores a contar de nuevo con los servicios del autor californiano. Pero en esta ocasión, McCarthy vería reducirse aun más el presupuesto destinado al apartado musical, e igualmente acortarse el tiempo para componer cada capítulo, al tratarse ya de un serial “puro” de aparición semanal. Esta serie de inconvenientes explican en parte el hecho de que su trabajo se limite a redundar en los esquemas musicales expuestos en el “Final Battle”, un continuismo que en determinados instantes le llevaba incluso a repetir nota por nota algunos fragmentos compuestos para aquella parte. Este evidente copy-paste tiene un ejemplo claro en el arranque del compacto analizado, concretamente en el corte 2 “Space Chase”, en donde el compositor realiza un sonrojante bati burrillo de de los temas de acción más recurrentes de la anterior entrega. De esta forma, como ya sucediera con otros apartados artísticos como pudieran ser los efectos especiales, la música sufre de aquél fenómeno de ripeo respecto del material previamente escrito, algo que ya de por sí desluce notablemente el trabajo de cualquier músico.
Por fortuna para los seguidores de “V”, la exigua calidad del encargo no impidió su publicación de nuevo por el sello Supertracks, en el compacto más flojo sin duda de los tres que constituyen la trilogía. 22 temas de los cuáles gran parte resultan tan monótonos, que en no pocos momentos se hace ciertamente tediosa su escucha desligada de las imágenes (en este sentido, se llevan la palma la irritante e inconsistente atonalidad del “Reception Music“ o el “Lounge Lizards”). Por si fuera poco, la de por sí pequeña orquesta utilizada anteriormente, se fue reduciendo de tal forma que los sintetizadores acabaron por suplir numerosos bloques instrumentales, lo que indudablemente daba una apariencia de serie B a la partitura ciertamente molesta.
Asi las cosas, muy poco puede decirse de un álbum cuya escasa calidad únicamente parece reservada a los auténticos frikis de la saga. Si acaso, destacar la nueva sintonía escrita por McCarthy, que para muchos sea quizás la más recordada de la franquicia. En poco más de un minuto, fusiona los dos motivos musicales de lagartos y humanos con un agradable fondo rítmico pop, logrando un “Main Title” de eficaz acabado ochentero, bastante más retentivo (no necesariamente mejor) que el compuesto en su día por Joe Harnell. También merece la pena rescatar dos de los pocos motivos de creación ex profeso para la serie: El ”Elizabeth´s Theme”, distinto al usado en “The Final Battle” (dada la nueva apariencia adulta de la starchild); y el ”Elizabeth and Kyle”, en donde escucharemos la frase asociada a la relación de amor surgida entre ambos jóvenes, y que deviene en un tema algo más certero que el insustancial love theme de Donovan y Julie compuesto para la anterior secuela.
Pero salvo estos cortes puntuales, el resto de material resulta francamente rutinario y en no pocos momentos, tremendamente aburrido. La verdad es que se aprecia a un McCarthy que con el transcurso de los episodios (a saber, plazos de entrega muy cortos y medios económicos ínfimos), se vuelve reiterativo y falto de ideas; no en vano, en último término tuvo que delegar en algún que otro colega no acreditado (caso de Bruce Babcock), en orden a escribir varios bloques de música adicional con los que completar el fondo sonoro de algún que otro capítulo. Pese a todas estas sombras que obviamente deslucen el trabajo, no es óbice para agradecer al sello Supertracks la publicación de un material tan poco atrayente en principio para el aficionado medio, pero que posibilita “cerrar” la trilogía musical en CD.
4. V: THE SECOND GENERATION: ¿EL FUTURO DE UN MITO?
Veinte años han transcurrido desde que Marc Singer, Jane Badler y compañía rodaran las escenas del último episodio de “V”. El mismo tiempo ha pasado para un Kenneth Johnson que no ha vuelto a repetir tan tremendo éxito con ninguno de sus posteriores trabajos (ni siquiera con esa imitación velada que fue “Alien Nation”). Por ello, el cineasta lleva un tiempo intentando convencer a diversos productores para que financien su nuevo proyecto ”V: The Second Generation”, en un intento de retomar la historia aprovechando el actual tirón televisivo por el género fantástico.
Los actores principales de la saga (Faye Grant, Marc Singer, Robert Englund y Jane Badler, entre otros) fueron los primeros en confirmar su participación en esta tercera secuela. Así, cuando a finales del 2004 todo parecía preparado para conformar el resto del casting y buscar localizaciones, Ken veía otra vez como su guión era rechazado por la ABC como sucediera antaño con “The Final Battle”. En este caso, parece que una serie de correcciones han servido en principio para reavivar el interés por el proyecto, al que se ha unido recientemente el nombre de Rob Lee como productor ejecutivo junto a Johnson.
Sin embargo, el rodaje previsto inicialmente para otoño de 2005, ha sido aplazado según el portal imdb hasta el año 2007, en palabras de la cadena “por la gran cantidad de series de ciencia ficción cuyo emisión en antena está prevista para dichas fechas”. Por lo tanto, no está claro aún que las cámaras empiecen a filmar y todo sigue a fecha de hoy en el aire.
No obstante, Johnson se ha preocupado por airear pequeños esbozos de la nueva trama, con la evidente intención de generar mayor expectación entre los fans y provocar de esta forma el sí definitivo de la productora. El argumento escrito serviría de continuación de la primera secuela, por lo que en principio ningún personaje de “V: The Series” se incluiría: La resistencia está en las últimas, no sólo porque la contienda está cayendo claramente del lado alienígena, sino porque además los visitantes se han enraizado tanto en el Planeta que han conseguido captar a un gran número de seguidores comprometidos con la causa. Así las cosas, el mundo atiende resignado ante la cada vez más cercana victoria de los lagartos, momento en el que de repente surgirá un nuevo aliado para la humanidad que volverá a equilibrar la contienda...
A la espera de comprobar la resolución de tan sugerente enigma, todos aquellos que crecimos con esta magnífica serie seguiremos expectantes las evoluciones de un rodaje que esperemos llegue a buen puerto. Entre tanto, gracias al DVD podemos retomar aquellos sustos de infancia que a muchos nos provocara una de las sagas más aclamadas de la televisión, esta “Trilogía del Lagarto”.
17-noviembre-2005
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