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Estrenos Segundo Trimestre: Abr-Jun 2006 Por Miguel Ángel Ordóñez |
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| Imaginary Heroes (Héroes imaginarios) 2004 Lurie, Deborah
Debut en la dirección del guionista Dan Harris (“X-men 2”, “Superman returns”), quién alejado de las historias de superhéroes que le han dado fama, se embarca en la antítesis de aquel género hablándonos de la vida de una familia americana de clase media a lo largo de un año, usando como detonante de su exploración moral, el suicidio de uno de los hijos de la misma. Tomando este hecho como punto de partida, Harris saca a flote la verdadera esencia de sus personajes. Personas que viven en el alambre y que tras su rutinaria existencia, esconden frustraciones y pesimismo vital. El diseño que de los protagonistas realiza Harris es hueco e insustancial. Un ritmo extremadamente lento que desconecta al espectador de la profunda distancia que desune a los miembros del núcleo familiar. Un filme aburrido que solo gana enteros en su parte final, cuando los personajes acaban por expresar sus sentimientos reprimidos, logrando entonces Harris, aunque sea demasiado tarde, involucrarnos en sus vidas. Sin duda Harris no acabó por tomar buena nota de una película que sobrevuela todo el metraje, hasta el punto de tomar prestada a la protagonista de ésta: Sigourney Weaver. Pero ni Harris es Ang Lee, ni este “Héroes imaginarios” tiene la profundidad ni el vacío emocional de “La tormenta de hielo”.
Acudiendo a una fórmula cada vez mas habitual en Hollywood, la música es realizada por dos compositores: los temas centrales corren a cargo de John Ottman, mientras la música es de Deborah Lurie (recordemos ejemplos recientes como los de “Harry Potter and the chamber of secrets” con Williams y Ross, o “Madison” con Young y Kiner). Protegida de Ottman, Deborah Lurie parece ser, a tenor de la escucha, la responsable mas directa del score, puesto que éste tiene mas de construcción sencilla que de abigarrada torpeza de formas (figuras éstas mas propias de Ottman). La partitura queda dominada casi por completo por el empleo de un gentil y delicado tema para piano, guitarra y cuerda que los compositores asocian indistintamente a los verdaderos catalizadores de la acción: el adolescente Tim y la aparentemente fuerte Sandy, su madre. Un bonito tema que adquiere tintes de comedia o fuerte dosis de inocencia según la acción lo requiere, pero que en realidad no sirve casi nunca para desvelar el verdadero estado emocional de los personajes. Aporta pues, como el resto de composiciones del score (tibios pasajes a guitarra e insustanciales melodías para cuerda), un aire de fuerte pesadumbre sobre el ambiente, funcionando desde esta perspectiva de manera eficaz, a pesar de contribuir al aburrimiento y frialdad de todo el filme. Solo al final adquiere una mayor prestancia cuando Tim lo toca al piano, desencadenando las emociones ocultas de los personajes. Un score que no acaba de explotar sus verdaderas posibilidades.
Fecha de estreno: 09-Jun-2006
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| The Matador (Matador) 2005 Kent, Rolfe
Julian Noble (Pierce Brosnan) es un asesino a sueldo que tras mas de 20 años de trabajo observa como su vida se va al garete. Con necesidades afectivas, conoce durante un encargo en Ciudad de Mexico al ejecutivo Danny Wright (Greg Kinnear), un trabajador algo gris que lleva tres años intentando superar la muerte de su hijo. Entre ambos surge una empatía que les ayudará a superar sus respectivas frustraciones. “The matador”, es una película simpática que consigue con su tono irreverente de socarrona comedia negra, alcanzar con facilidad su objetivo, el de servir de mero entretenimiento al mismo tiempo que profundiza discretamente en los resortes del cansancio y hastío de unos personajes que han superado la cuarentena. La química evidente entre los actores principales salva en no pocas ocasiones la propia inverosimilitud del relato, diálogos no siempre coherentes pero resueltos con encanto y frescura. Sorprende las labores de producción a cargo del propio Brosnan, siempre bajo una dirección comedida por parte del hábil Richard Shepard.
Habitual colaborador del director, Rolfe Kent repite en un género en el que anda excesivamente encasillado. Sus hábiles orquestaciones, siempre repletas de originalidad y descaro, se prestan a un género en el que va comiendo terreno al otro indiscutible rey de la comedia: David Newman. Estructurada sobre dos temas centrales, el de Julian, socarrón en su combinación de ligereza y tensión, y el de la pareja formada por Danny y su mujer, una infantil melodía que apela al hijo muerto y que adquiere tintes de tema de amor (de hecho, lo acaba desarrollando como el idílico tema principal de “Persiguiendo a Amy”), la partitura se completa con atrevidas piezas kistch que se distancian de la localización del relato (Mexico a ritmo de un ligero pop setentero y la corrida de toros acompañada de una extraña pieza de rock instrumental). Dentro de un tono correcto en el que destaca la sólida construcción musical que acompaña el periplo de Julian por Manila, especialmente por sus componentes descriptivos, Kent se muestra principalmente brillante a la hora de retratar el ocaso del asesino, su incapacidad de matar. La escena que se desarrolla en Budapest (en realidad la película fue filmada por completo en Mexico), es un claro ejemplo de cómo narrar musicalmente: los momentos donde el cazador a sueldo tiene en su objetivo a la víctima, son resueltos con un hábil ejercicio de acción a lo Bond, donde metales y percusiones llenan de tensión la escena, mientras la incapacidad de matar y el torrente de sensaciones que invaden a Julian se exponen con una atonalidad desmedida que lleva al espectador a vivir en primera persona la decadencia de Brosnan, dentro de un tono general que pretende no tomarse demasiado en serio la cruda escena. Siendo en conjunto una obra lúcida, lamentablemente, su falta de originalidad (respecto a las formas que una y otra vez aplica Kent a sus comedias) arrastra hacia una encrucijada preocupante a un músico que precisamente destaca por eso.
Fecha de estreno: 14-Abr-2006
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| Stoned (Stoned) 2005 Arnold, David
Productor asociado a los trabajos de Neil Jordan (entre ellos, “Entrevista con el vampiro” y “El buen ladrón”), Sthepen Woolley ha dado el salto a la dirección con este biopic que rescata la figura del líder y fundador de los Rolling Stones, Brian Jones. Muerto a la edad de 27 años en circunstancias extrañas, Woolley ha dedicado diez años de su vida a desentrañar los oscuros hechos que acaecieron la noche de su deceso, retratando el particular descenso a los infiernos del alcohol y las drogas de un personaje que jugó durante toda su vida con la trasgresión. Una especie de Peter Pan incapaz de afrontar su propio éxito. El filme parte de la noche de su muerte, para narrar a través de flashbacks determinados momentos de su ascenso al estrellato, buscando mas la exploración psicológica del mito como Welles realizara con Kane, que una clara reconstrucción de su vida. Pero por supuesto, ni Woolley es Welles, ni Stoneville encierra las dudas existenciales de Rosebud. Sin embargo, la película interesa por su desenfadado tono documentalista y su aire psicodélico, separando Woolley los hechos que marcan los últimos años de Jones con los Rolling, de sus tres postreros meses de vida, donde su relación con el albañil Frank Thorogood, a la postre su víctima y verdugo, da una dimensión sórdida al relato. Como retrato de una época mítica por sus excesos, el filme se observa con curiosidad; como informe forense de una vida llevada al límite, la película no siempre resulta plausible, a pesar de las buenas intenciones de Woolley.
Es curioso que en una película con los Stones de fondo, sus canciones no formen parte de la función. Clásicos como “Little red roster”, “Ballad of a thin man” (Dylan), “White rabbit” (Jefferson Airplane) o “Paper sun” de los Traffic, conviven junto a versiones del “Love in vain” y “Come on in my kitchen” de Robert Jonson, a cargo de la cantante Haley Glennie Smith. Pero junto a este compendio de música que no siempre realiza labores diegéticas, nos encontramos un mas que interesante trabajo a cargo de David Arnold. Acostumbrados, como estábamos, a que cada uno de sus scores se editaran oficialmente, la omisión tenida en cuenta con “Las mujeres perfectas”, que contaba con un tema central extraordinario, a la que se suma la pobre edición discográfica de este “Stoned” (sólo cuatro cortes de Arnold), parecen haber condenado al olvido una mas que prometedora carrera, tras estos últimos años de oscuridad. Su trabajo en “Stoned” se construye alrededor de un tema principal, asociado a la figura de Jones, que en forma de nana se expone al piano, incidiendo en el trasfondo infantil e irreal del personaje. Hábilmente, Arnold aplica la cuerda cuando pretende dar intensidad dramática o provocar simpatía hacia el protagonista, logrando espléndidos momentos en los montajes psicodélicos donde el añadido de una batería provoca una fusión de texturas atrayentes. Por otro lado, el compositor británico da rienda suelta a una música de tono experimental que tiende al blues, utilizando reverberaciones y peculiares percusiones para crear un mundo onírico y surrealista donde instala al creador de los Stones. Un universo muy imaginativo que contrasta con un débil uso de la guitarra y cierta ambientación folk para las escenas donde predomina el diálogo, así como alguna metedura de pata, como el principio del fin en la relación de Jones con Anita donde su música se muestra tan excesiva como la moralina que en forma de primeros planos introduce Woolley. Un trabajo inspirado y por momentos sorprendente.
Fecha de estreno: 26-May-2006
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| The White Countess (La condesa rusa) 2005 Robbins, Richard
Hace años que el cine del americano James Ivory sufre de una profunda crisis. Frente al sugerente y suntuoso universo creado a partir de las novelas de E.M.Forster (“Maurice”, “A room with a view” y “Howard´s end”), donde las magníficas adaptaciones de su fiel escudera Ruth Prawer Jhabvala jugaban claramente a favor, el paso de los años y la variedad temática transitada por el director en sus sucesivos trabajos (alejado cada vez mas de su inteligente mirada hacia el paisaje aristocrático inglés, o al menos hacia la ilusión de sus personajes por alcanzar ese status) han dado como resultado un puñado de filmes pomposos y maniqueos, tan absurdos y veniales como “Jefferson in Paris”, “La copa dorada” o su anterior comedia (sin un ápice de gracia) “Le divorce”. Con “The white countess” (traducida en estos lares como “La condesa rusa”), Ivory recupera el espíritu del escritor japonés Kazuo Ishiguro, del que había adaptado con resultados demasiado sobrevalorados “The remains of the day” mas de diez años atrás, confiándole la redacción de un guión original que sin duda se demuestra torpe y deslavazado. La historia de una condesa que vivió tiempos mejores, tiempos en los que sigue anclada su demoledora e interesada familia, y un ex diplomático ciego que se empeña en crear un mundo interior perfecto que no pueda ser mancillado por la realidad social de una China en vísperas de la invasión japonesa en 1936, son el punto de partida sobre el que Ishiguro monta una trama confusa, plúmbea y de indolente ritmo narrativo sobre el que pululan secundarios sin interés, que se dan a conocer mas por la omisión de actos que por su conciencia, dentro de un tono afligido donde Natasha Richardson (la condesa Sofia) y Ralph Fiennes (el ex diplomático Todd Jackson) parecen condenados a ser arrastrados por un destino cruel, con miradas compasivas y gestos compungidos. Ivory peca por exceso al dilatar una trama que, a pesar de mantener cierto interés por su elegante dirección artística, se torna lenta y monótona, desproporcionada y resuelta con ingenuo sentido melodramático.
El compositor Richard Robbins es el alter ego musical del cine de Ivory. Consiguiendo sus mejores trabajos a la par que lo hacía el director americano, Robbins ha visto también como su carrera ha ido entrando en franca decadencia. Precisamente de decadente y romántico puede calificarse éste su último trabajo. Robbins convierte a su música en un elemento mas de la trama, al convertirse su estructura diegética en el 75% del elemento musical del filme. Foxtrot, vals, blues, baladas……….ritmos que pueblan el bar de Jackson (el “White countess” que da nombre a la película), acompañan el momento emocional que rodea a los personajes principales, mostrándose en este punto el compositor, elegante y comedido. Frente a esto, Robbins se muestra demasiado recatado en crear el mundo interior de sus protagonistas, mezclando elementos orientales (el uso del erhu) con melodías de tendencia occidental. Demasiado obvio si tenemos en cuenta el desarrollo geográfico de la acción, aunque la obviedad emerge, de nuevo, en momentos tan precisos como el vals al ralentí inicial, que apela a formas del glorioso pasado y que Robbins asociará a los recuerdos de la condesa (incluidos los partidos de tenis con un apuesto joven ruso), teniendo al piano como hilo conductor. El tema asociado a Sofia se sitúa en un plano abatido, afligido, como el que acaba mostrando el amor oculto de ella y el diplomático, siempre con la voz cantante del erhu sobre fondo de cuerdas. Durante el último tramo del filme (la invasión japonesa y el desencadenamiento dramático final), la música adquiere mayor protagonismo como elemento oculto, al servicio de la acción y no como parte de ésta, pero Robbins se pierde entre figuras tensas y ostinatos minimalistas tan propios de su estilo. Un ejercicio interesante pero tan ampuloso y vacío como la insustancial realidad de una historia lánguida y efectista.
Fecha de estreno: 09-Jun-2006
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| 16 Blocks (16 Calles) 2006 Badelt, Klaus
Mientras en épocas pretéritas, el nombre de Richard Donner sugería pasatiempo no exento de cierta maestría dirigido unívocamente hacia una pura labor de entretenimiento (las destacables “The Omen” o “Superman”, o las entretenidas “The Goonies”, “Maverick” o la primera entrega de “Arma letal”), hoy día, fiascos como “Conspiración”, “Asesinos” o la espantosa “Timeline”, nos remiten a un director que en lo alto del establishment americano, tiene ya muy poco que añadir a su inagotable mina de blockbusters palomiteros. “16 calles” incide en todos los tópicos y defectos del actual cine de Donner. Un thriller, cuyo relato lleno de imprecisiones puede narrarse en dos líneas, al que pretende dotar de alma gracias a una historia de culpas y redenciones, se convierte en un tormento de supino aburrimiento cuyas escenas se dejan al azar, inverosímil en sus propuestas, nulo en sus pretensiones dramáticas. Jack Mosley (Bruce Willis) es un policía acabado. Deprimido y alcohólico, vive la rutina de su existencia con aire desgarbado y afligido. Un encargo sencillo, llevar a un prisionero a que testifique a los juzgados a través de 16 calles de la ciudad de New York, se acaba convirtiendo en un problema debido a que el testimonio del ratero involucra en una trama de corrupción a sus propios compañeros del Departamento, los cuáles intentarán impedir a todo costa que el bueno de Willis aplique sus últimas dosis de honestidad en la misión. Willis pasea como alma en pena su cansada existencia, mientras el magnífico secundario David Morse, debería plantearse nuevos retos en su carrera, alejándose de su enésimo papel de malo. Una cinta que no da lo que promete, puesto que no logra entretener debido a sus irrisorias pretensiones justicieras, con uno de los finales mas engominados y ridículos que el que les habla ha podido ver en mucho tiempo (las fotos finales del ratero no las firma ni Corín Tellado en sus momentos mas pastelosos).
Klaus Badelt ha tenido una carrera demasiado irregular desde sus inicios. He de reconocer que ni las supuestas bonanzas de “The time machine”, ni las ínfulas deprimentes de su “The pledge” (cofirmada con Zimmer), me parecieron suficiente como para vislumbrar un nuevo talento oculto apadrinado por los denostados mediaventures. Frente a las interesantes “Ned Nelly”, “K-19” o la reciente “Wu ji”, no podemos olvidar que la cara del alemán se oculta tras sandeces del tipo “Basic”, “Equilibrium”, “The recruit” o “Catwoman”. Me niego a hablar de “Piratas del Caribe”, la cual aprecio algo mas que la mayoría de los mortales. Lo cierto es que “16 blocks” incide en el mayor de los problemas de Klaus, su escaso interés (o fortuna) en aplicar los valores intrínsecos del lenguaje musical cinematográfico a la pantalla. Lamentablemente, el poder de la música en el cine, su capacidad para generar emociones y, sobre todo, para narrar sin necesidad de diálogos, es algo que muchos de los nuevos compositores obvian, no sé si por desconocimiento o por simple desidia. No puede entenderse como el aparente uso del leit-motif que Badelt aplica a la presentación de los malos en el filme (una sugerente escala de ocho notas distorsionadas), es rápidamente olvidado cuando estos vuelven a la carga. Abusa en el montaje inicial de buenos contra villanos, de figuras que olvida bien pronto, entregando el score a una sucesión de violentas percusiones sintetizadas que generan ambiente, cuando no, solo cumplen su función de simples clichés modernos. Frente a una disimulada atonalidad en los primeros compases donde Willis anda aturdido por el interés de los matones en su preso, el ruido hace constante acto de aparición como mero objeto de acompañamiento, con nulas pretensiones de otro tipo. Sólo cuando la intrahistoria de Jack, sus largas y aburridas conversaciones con un ratero que quiere cambiar de vida, emerge en pantalla, Badelt aplica una melodía de cuatro notas asociándola al policía, subrayando lo mismo que vemos en escena, su aspecto desmejorado, deprimido y cansado, acordes para solos de guitarra que no trascienden de lo obvio, preguntándonos el porqué de esa existencia. Demasiadas preguntas que un mudo Badelt es incapaz de contestar.
Fecha de estreno: 14-Abr-2006
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| Failure to Launch (Novia por Contrato) 2006 Kent, Rolfe
¿Cómo conseguir que tu hijo adulto de 35 años abandone de una vez por todas el hogar paterno?. Si tú, avezado progenitor, te haces esta simple pregunta cada maldito día que te levantas, la solución, desde luego, no la encontrarás viendo esta estúpida película perpetrada por el pésimo director Tom Dey (en su tercer filme tras las insufribles “Shangai Kid” y “Showtime”). La respuesta es mucho mas sencilla que toda esta sucesión de gags infantiles, personajes de medio pelo (si tienes un hijo como cualquiera de estos, te recomiendo el suicidio) y situaciones rocambolescas: mándale una carta a los responsables del Gobierno para que vivir en un cuchitril de 30 metros no suponga un desembolso de alrededor de 30 millones de las antiguas pesetas. Pero claro, esto es España, si fuera América, simplemente deberías de aceptar que tu hijo es un zángano y un inmaduro, no que pase por serios problemas económicos. La película, por llamarla de alguna manera, sortea esos difíciles adjetivos, convirtiendo al McConaughey en un infeliz que no ha sido capaz de superar la muerte de su prometida seis años atrás, tan desubicado que sufre problemas añadidos por no encontrarse en paz con el mundo natural que le rodea (es mordido sistemáticamente durante los 90 largísimos minutos del metraje por una ardilla, un delfín y una iguana). Los padres, cansados de ser esclavos de su hijo (la madre limpia, le hace el desayuno y le recoge las cosas, mientras el padre suspira por tener un cuarto donde dar rienda a sus pasiones nudistas…….si, si, como lo oyen), contratan a una mediadora (la Parker) para que le metan en vereda. Pero claro, tan monos lo dos, no puede ocurrir otra cosa que surja el flechazo y que la comedia de enredos se apodere de la función. Sin querer desvelarles el final (no esperen muchas sorpresas), resulta impagable la moraleja que demuestra que el novio de la Pé ha asumido su lugar en el mundo, gracias a una bonita metáfora donde es aceptado por el otrora borde delfín. Los americanos siguen empeñados en confundir diversión con estupidez y yo en cumplir con ustedes a cambio de mi ración de terapia de electro shock.
Tan encasillado como anda Rolfe Kent en este tipo de productos, donde aplica una y otra vez su propia ración de clichés, le va a resultar difícil reverdecer sus prometedores inicios. Sin duda, Kent es un maestro a la hora de aplicar estilos musicales ajenos al cine, como medios para conseguir ligereza y diversión a través de un lenguaje tan abstracto como el musical. El tema de créditos, que volveremos oír en la escena final de la película, es una divertida y original bossa nova para percusiones y cuerdas, donde el compositor introduce los silbidos como elemento cómico, aquel que predispone a la juerga continua que vive el personaje central. En este camino, la alucinante escena en que los amigos de la pareja salvan la vida de un ruiseñor haciéndole el boca a boca, es resuelto por Kent con un simpático fandango, demostrando una vez mas sus ideas originales y atrevidas. Pero en el fondo, el score es tan convencional como el filme. Mero acompañamiento en la sucesión de gags (cuando las canciones de turno lo permiten), donde el nivel sonoro es inaudible, y un bonito tema de amor, que se constituye en el tema central de la película, pretendiendo con ello que sea éste el verdadero motor del cambio de McConaughey. Tan funcional como previsible.
Fecha de estreno: 21-Abr-2006
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| Take the Lead (Déjate Llevar) 2006 Zigman, Aaron
Basada en la historia real de Pierre Dulaine, profesor de baile de salón que se enfrentó a todas las normas preestablecidas en su lucha por enseñar a los alumnos mas problemáticos de una escuela marginal de Nueva York, el filme de la debutante Liz Friedlander, que cuenta en su haber con videos de Simple Plan o R.E.M, es una bienintencionada crónica de tópicos tan manidos como la superación de los afroamericanos en una sociedad donde el triunfo está reservado a los blancos, o el difícil aprendizaje de la adolescencia, inculcando valores como el respeto y la autoestima. Personajes arquetípicos (matones que luchan por dejar las calles, niña bien que encuentra los verdaderos valores de la amistad alejada de la opulencia…..) encabezados por un Banderas medianamente comedido que abusa de sus típicos gestos para cubrir carencias interpretativas, forman el universo de una película aburrida y moralizadora que progresa torpemente entre subtramas carentes de fuerza e interés; vacío ejercicio para el lucimiento de bailes enmascarados de fraude, bálsamos de una realidad asfixiante descrita de la manera mas torpe posible (violencia en las calles, intentos de violación, etc…..que se muestran forzados y escasamente dramáticos).
Tras la magnífica “El diario de Noah”, una de las grandes sorpresas musicales del 2004, y la funcional “In the mix”, el compositor Aaron Zigman se ve embarcado en un proyecto del que es imposible obtener lucimiento. Una película donde la música diegética adquiere una importancia inusitada y donde Zigman se limita, en este apartado, a versionar clásicos y a ofrecer un amplio muestreo de música de salón: vals, tango, swing, salsa……., en conjunción con una machacona música funky que se asocia a sus alumnos y que corre a cargo del Dj Swizz Beatz, cofirmante de la música. La escena de créditos es toda una declaración de intenciones, pues bajo los acordes del clásico “I get rhythm”, Zigman cimienta una versión swing elegante, frente a un remix funkie de Beatz, aprovechando un montaje en paralelo que nos muestra el estilo de vida del profesor y los alumnos a través del baile. Los escasos momentos donde Zigman apoya de manera incidental la acción, se circunscriben a brevísimos retazos donde esboza un tema central latino asociado a Banderas y apuntes de sabor jazzístico para la ciudad de Nueva York. Únicamente cuando los alumnos se preparaban para el concurso emerge una mezcla de tango-funkie que subraya torpemente la unión de los dos mundos que hasta ahora alejaban a los protagonistas. Ante una absoluta negación del poder de la música incidental, nos quedamos con la elegancia de algunas piezas versionadas por Zigman, en especial durante el concurso final, ya con la orquesta de por medio.
Fecha de estreno: 28-Abr-2006
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| Chaos (Caos) 2006 Jones, Trevor
Dirigida y escrita por el desconocido Tony Giglio, “Caos” es el típico ejemplo de cine de acción que jugando entre géneros tiende al thriller, potenciando, a través del guión, la sorpresa tras una trama repleta de giros detectivescos. Suena bien, pero no se equivoquen estimados lectores. “Caos” es una sucesión de tópicos y clichés adocenados cuyo único espíritu descansa en llamar la atención del espectador a cualquier precio. Tras el aparente robo de un banco, se esconde una trama de policías corruptos y gansters de medio pelo cuyas intenciones reales serán puestas al descubierto por un novato policía interpretado por Ryan Philippe. Lamentablemente, la película no se sostiene por ningún lado: la narración es sumamente confusa, las situaciones se suceden ante la pretendida sorpresa del espectador, los personajes se muestran fríos y sin tensión, mientras el argumento no acaba por captar la atención gracias a su continua inclusión de trampas argumentales. Un filme tramposo que aburre de principio a fin, por su repetición de fórmulas (el inicio recuerda en exceso ciertas partes de “Inside man”), por su esquematismo y su nulo ritmo narrativo.
Trevor Jones parece no atravesar su mejor momento en la industria. Como otros muchos compositores de fuerte formación clásica, los nuevos y simples gustos que inundan el actual panorama de la banda sonora, parecen haberle desplazado de una posición de cierto privilegio en la que se encontraba a finales del siglo pasado. Esto viene a colación, porque su trabajo en “Caos” parece funcionar mas con el tono actual de la música cinematográfica aplicada a este tipo de productos: texturas electrónicas sobre fondo orquestal y tendencia a un estilo tecno industrial. Ritmos en los que Jones no parece sentirse especialmente inspirado. Su sello reaparece al tomar como leitmotiv central (aquel asociado al engaño) un motivo nervioso construido sobre cinco pares de notas que remiten a sus tiempos en “Desperate measures” y “Dark City”. La música se centra en el misterio, mientras los scherzos y ostinatos habituales en el maestro se amplifican en las escenas de acción, repletas de dinamismo. Lamentablemente, al conjunto le falta alma, tanta como al filme. Una escasez de fuerza dramática que se aprecia con disgusto en la escena del atraco, resuelta con una pieza meramente ambiental. Técnicamente eficaz, espiritualmente algo desangelado. Son los tiempos que corren y Jones intenta ajustarse a ellos. Como la vida misma.
Fecha de estreno: 12-May-2006
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| Huo Yuanjia (Fearless-Sin miedo) 2006 Umebayashi, Shigeru
El director Ronny Yu vuelve a China para ponerse tras la cámara con la historia de una de las máximas leyendas de las artes marciales: Huo YuanJia. Tras su lamentable periplo americano, con títulos de dudoso gusto como “Guerreros de la virtud”, “La novia de Chucky” y “Freddy vs Jason”, Yu ataca con una cinta de buenas intenciones que esconde su pirotécnica pasión por la acción, con numerosos pasajes dedicados a la lucha para el lucimiento de Jet Li. Humillado por la derrota de su padre en un duelo público, el joven Huo se convertirá en la mayor leyenda de la lucha de su país, perdiendo el verdadero sentido de su arte: el respeto al contrario. Orgulloso y fanfarrón, su odio y venganza propiciarán la muerte de su familia. Abatido y derrotado iniciará una nueva vida junto a una humilde abuela y su hija ciega, buscando la redención en un momento donde China, iniciado el siglo XX, sufre un profundo cambio social y económico, con la llegada de las potencias extranjeras a su territorio. Interesante a ratos, toda la segunda mitad del filme acaba pecando de blanda e inverosímil, confundiendo Yu la épica de su personaje con la búsqueda del beneplácito del espectador a cualquier precio. Desaprovechada.
Musicalmente, “Fearless” es un muy buen trabajo a cargo del japonés Shigeru Umebayashi. El compositor divide su obra en tres cuadros. Tres estados anímicos que forjan al personaje central. La primera parte del filme se asocia a la juventud de Huo, su paso a la madurez y su falta de escrúpulos para con sus enemigos. Un protagonista prepotente que se embarca en mil y una luchas para demostrar su poder. En el marco de la China de provincias, Umebayashi acude a la percusión, en forma de kodos y taiko drums, para pintar un paisaje repleto de violencia, a través de un muy dinámico empleo de la misma. Ciertos esbozos étnicos, especialmente en la aplicación de la flauta china, sirven de contrapunto como deseo del niño Huo por ser alguna vez como su padre, cambiando los estudios por el entrenamiento. El inevitable fin de este primer cuadro, con la violenta muerte del maestro Qin y el asesinato de la familia de Huo da paso a una fuerte presencia psicológica de la música. Ésta se interioriza, convirtiéndose en el reflejo de la apesadumbrada vida en la que acaba sumergido Huo. El viaje a ninguna parte iniciado por el protagonista y el encuentro con la abuela y su hija ciega Yue Ci, supone el arranque de bellísimas notas a la cuerda y maderas, en un tema asociado a Huo y Ci. La regeneración personal del protagonista se realiza a través de un ejercicio sonoro étnico y minimalista. Parajes idílicos donde la música juega el rol decisivo para el cambio definitivo del personaje. La vuelta a la lucha como maestro que ha alcanzado la sabiduría y la bondad de su arte, da paso a la tercera y última parte del filme. Su enfrentamiento a las potencias extranjeras y al creciente poder nipón en el país, nos devuelve el empleo de percusiones que se occidentalizan formando un cuadro musical de acción algo mas convencional pero igualmente poderoso. La elegía final para cuerdas, desarrollando Umebayashi al completo las notas del tema de Huo, cierran el score, casando a la perfección con las lacrimógenas intenciones de Yu. Sin llegar a las cotas de su magnífica “La casa de las dagas voladoras”, “Fearless” es una muestra mas del gran momento de forma del compositor nipón.
NOTA: Finalmente, la casa japonesa SL-Warner ha editado el score bajo el título de "Spirit".
Fecha de estreno: 02-Jun-2006
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| La Doublure (El juego de los idiotas) 2006 Desplat, Alexandre
Francis Veber, adalid de uno de los géneros mas típicamente franceses, el de la comedia, regresa a su habitual terreno tras “El jaguar”, “La cena de los idiotas” y “Salir del armario” con una inverosímil historia cuyo título en español pretende asociarse, en una jugada comercial, a su mayor éxito en nuestras pantallas, aquel filme de 1998 cuyo protagonista, como aquí, obedecía al nombre de Francois Pignon. La historia no puede ser mas surrealista: Sorprendido por un paparazzi en compañía de su amante, una famosa top model, el millonario Pierre Levasseur (Daniel Auteuil) intenta evitar un complicado divorcio con una mentira inverosímil. Aprovecha la presencia en la foto de un transeúnte (Pignon) para decirle a su esposa que ese es el acompañante real de la modelo. A partir de aquí se desencadena la comedia de enredos, al ofrecer Pierre mucho dinero para poder mantener la farsa. La película es un mero divertimento que se observa con tímido interés pero siempre con lejanía respecto de la acción y los personajes. Todo es una gran barrabasada que no provoca momentos de catarsis, perdida entre clichés y tópicos asociados a la últimos y convalecientes ejemplos de lo que fuera en su tiempo la verdadera comedia francesa. Un divertimento superficial y manido.
Alejado Veber de su habitual colaborador, Vladimir Cosma (que nos regaló esa obra maestra llamada “Le jaguar”), sorprende ver el nombre del siempre elegante Alexandre Desplat tras el apartado musical del filme. Lo cierto es que sin renunciar a su estilo, Desplat nos regala una partitura suntuosa y refinada que lamentablemente se pierde entre tanta insustancialidad narrativa. Aplicada a capricho, la música se antoja escasa y mal distribuida. Sin acudir a un tema central de fuerte presencia, Desplat construye una melodía breve que se alimenta de los rítmicos ostinatos de su predecesora “Firewall”, otorgando tensión al juego del gato y el ratón en los que se ven sumidos los perdidos protagonistas (la modelo y Pignon). Toques detectivescos donde la orquesta se muestra elegante, un solo de piano que incide en la pérdida amorosa de ambos (tema desarrollado en la escena en la cama, en la que ambos recuerdan a sus amores no correspondidos) y un corte tecno para el montaje en paralelo del desfile de modelos y la colocación de cortinas en el dormitorio de Pignon, donde Desplat demuestra un aire socarrón y perverso, son escaso bagaje para opinar sobre un trabajo que en manos de un mas hábil director podría haber supuesto otro ejemplo de la brillantez habitual del francés. Ello no obsta para que la elegancia de la mayoría de las piezas hablen a favor del músico, que no acaba por lograr casar adecuadamente comedia con desconcierto.
Fecha de estreno: 09-Jun-2006
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| Ultraviolet (Ultravioleta) 2006 Badelt, Klaus
Tras una película escasamente original, pero sólida (“Equilibrium”), Kurt Wimmer se lanza, como tantos otros, a la enésima recreación de un cómic, en este caso con la novedad de crearlo el propio director para su uso y disfrute, otorgando a su delirante guión la factura de oda épica para nueva heroína de la Marvel (pongamos por caso). Ultravioleta (Milla Jovovich) da vida a una “hemófoga”, una mutación generada en un mundo futuro por un villano que atiende al nombre de archicardenal y que disfruta soltando virus letales que convierten a humanos en peligrosos vampiros dotados de fuerza y habilidad excepcional. Cuando el gobierno regente encuentra el antídoto que mate a los hemófogos, la troupe de frikis de diente alargado decide luchar por la subsistencia de la especie. Pero el instinto maternal de la dura Violet sale a flote cuando descubre que la peligrosa arma creada por el archicardenal es un chaval de 9 años (que responde al nombre de Seis), puro e inocente. Situado el lector en los antecedentes, ahora viene la parte jocosa de la historia. El tal Wimmer, sorprendido por el éxito del boca a boca de su primer filme, decide regalarnos un remake futurista de la espléndida “Gloria” de Cassavettes con descaro y sin sonrojo. Como comprenderán la película no se sostiene por ningún lado, derivando hacia un tópico ejercicio de estilo centrado en elementos efectistas y en una estética visual predominantemente generada por ordenador. El filme mezcla imagen real y animación dejando poco hueco al retrato de personajes, patéticas marionetas en manos del incompetente Wimmer. Aburrida hasta la exasperación.
Tras trabajar con el director en “La prueba” (donde Wimmer ejercía labores de guionista) y en su debut cinematográfico con “Equilibrium”, Klaus Badelt repite en esta “Ultraviolet” ofreciendo un trabajo muy a tono con las nuevas tendencias musicales para el cine de acción futurista: ruido y mas ruido. Aún así y a pesar de que en los últimos tiempos ir al cine cada vez se asemeja mas a visitar una discoteca, es cierto que Badelt otorga un añadido interesante a su score: el lograr que la fusión tecno-heavy orquestal obtenga momentos realmente lúcidos. Desigual puede calificarse, pues, el trabajo del compositor alemán. Frente a unos títulos de crédito que se presentan como una descarada copia al “Spiderman” de Elfman (coros incluidos), ciertos pasajes se muestran abigarrados y poderosos (en especial la huída de la Jovovich con la maleta), evayéndose del toque “Mediaventures”, para reencontrarse con la versión mas burda del mismo en momentos de acción adrenalítica que recuerdan sus dudas pasadas en “Catwoman” (que pese a quien le pese, tenía momentos mas que aceptables) y que entroncan este trabajo al de Juno Reactor y Don Davis para “Matrix reloaded” (sin el elemento novedoso que aportaba ésta). La película peca de exceso de música, mostrándose algo mas sutil alejado de las formas dinámicas cuando Violet y Seis divagan sobre lo divino y lo humano. Es aquí donde Badelt apuesta por una música mas lírica (no exenta de cierto tono plano) apoyada en piano y cuerdas. Un tema afligido y lúgubre que apela al destino de ambos, a la muerte que inexorablemente les atrapa. Al menos el alemán parece no tomarse la función demasiado en serio, algo que en el fondo no reconforta al pobre aficionado que sale del cine teniendo la impresión de haber ingerido un buen puñado de alucinógenos.
Fecha de estreno: 16-Jun-2006
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| R.V. (¡Vaya vacaciones!) 2006 Howard, James Newton
Especializado en el género cómico, el director Barry Sonnenfeld ha alternado ligeros éxitos (“The Addams Family”, “Como conquistar Hollywood”) con sonoros fracasos (“Wild Wild West”). “R.V” hace referencia a las caravanas que utilizan los americanos para disfrutar de su familia en los largos viajes veraniegos alrededor de la extensa geografía patria. Eso ocurre en la familia Munro, cuyo padre (Robin Williams) embarca a su mujer e hijos en un loco y disparatado viaje hacia Colorado con el fin de asistir a una presentación de trabajo. Ajenos a este hecho, el resto de la familia aprovechará el viaje para reencontrarse con el cariño que la nueva sociedad de consumo ha eliminando de sus vidas. Algo así como un viaje iniciático que parte de la comedia grotesca para acercarse finalmente a la comedia familiar con final feliz. Desde ese punto de vista “Vaya vacaciones” es un producto convencional que tira de gags manidos y escatológicos que logran esbozar la sonrisa del espectador. Pero, por encima de eso, la película cuenta con una serie de virtudes que la hacen disfrutable, y que pueden resumirse en sentido del ritmo e interpretaciones. Tanto Robin Williams, mas comedido y real que de costumbre, como Jeff Daniels consiguen que los gags, a pesar de ser esperados, tengan un trasfondo tierno y simpático, dotando al conjunto de frescura y encanto. Una película sin complicaciones que se ve con agrado y que sorprende por su acumulación de tópicos bien resueltos, especialmente cuando uno se espera lo peor y se da de bruces con un buen manejo de clichés.
Raro es que a estas alturas, un score de James Newton Howard pase desapercibido para una casa discográfica, teniendo en cuenta la posición de privilegio ocupada por el maestro de Los Angeles en el escalafón actual, junto a John Williams y Hans Zimmer. Lo primero que uno puede decir de la música de “Vaya vacaciones” es que Howard se lo ha debido de pasar en grande. Original e irreverente, el score pasa de puntillas por la definición de personajes (como la película) para centrarse en ambientar únicamente el viaje emprendido por la familia. Howard acude al country y al blues para ilustrar el recorrido vital y paisajístico de la historia. Un viaje musical no exento de fino humor. Olvidándose de la orquesta, careciendo de metales y cuerdas (salvo la aparición esporádica de un violín en el gag principal del filme: el de la caravana suspendida en el aire), Howard centra su mirada en la guitarra y la voces para acompañar las disparatadas situaciones que afrontará la familia Munro. Salvo un tema centrado en la familia, con acordes suaves y románticos a la guitarra, que ilustra el cariño del padre hacia sus hijos y la falta de entendimiento de estos, dinámicas piezas country decoran un paisaje de desierto y montañas agrestes que reflejan el recorrido de la caravana y que en ocasiones, funcionan como contrapunto a la acción. Sin embargo, cuando la música deriva a la comedia, logra Howard los mejores momentos de todo el trabajo. Primero con la aplicación de una voz grave utilizada a la manera John Lee Hooker en “Labios ardientes” (del infravalorado Jack Nitzsche), que emerge en todas las ocasiones en las que Robin Williams no hace frente a la debacle de sus actos (y son varias, se lo aseguro), y especialmente en un par de escenas donde Howard homenajea el spaghetti western, con uso de látigo y coros incluido, con gran sentido del ritmo (especialmente cuando Williams decide tomar un atajo en el llamado Paso del Diablo). Lo único preocupante es ver en los créditos como el compositor californiano afronta sus últimos proyectos con la ayuda de compositores adicionales. Como sus amigos de “Remote Control”, Howard ha mezclado arte con negocio, acudiendo a dos compositores como Chris P. Bacon y Stuart Michael Thomas (como ya hiciera en “King Kong” y “Freedomland”) para que les ayude en el trabajo. Curiosamente, un tercer compositor figura acreditado, Blake Neely, otro nuevo talento que parece haber pedido prestado a su amigo Zimmer. En definitiva, un score escasamente dramático, sumamente divertido e insolente. La fuente principal que convierte esta tópica comedia en una película fresca y particular.
Fecha de estreno: 30-Jun-2006
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